El pasado 16 de octubre conmemoramos el Día Mundial de la
Alimentación, proclamado en 1979 por la Conferencia de la ONU para la FAO, cuya
finalidad es la de concienciar sobre el problema
alimentario mundial y fortalecer la solidaridad en la lucha contra el hambre,
la desnutrición y la pobreza.
El actual sistema alimentario occidental
–agroindustrial- se caracteriza por usar sistemas intensivos para maximizar la
producción, ser especializado y tecnificado, buscar la concentración de
explotaciones y empresas, financiarse en bolsa y está expandiendo/imponiéndose
a nivel mundial.
Con todo ello, a pesar de las aparentes
ventajas de este modelo, estamos generando una serie de problemas que, de no
remediarlos, tendrán difícil retorno.
El cambio climático, la utilización de los
recursos naturales como si fueran ilimitados, la reducción de la biodiversidad,
la generación de residuos, la contaminación de
suelos y acuíferos, entre otros, son algunos problemas
medioambientales que generan altísimos costes que los agentes dominantes
implicados no asumen por lo que no son considerados en sus políticas de
empresa.
Asimismo la globalización ha potenciado el
fortalecimiento y liderazgo de las corporaciones transcontinentales incluso por
encima de los propios estados (diez de ellas controlan el 85% del comercio
alimentario mundial) que ven en la liberalización comercial internacional una
gran oportunidad deslocalizando productos y
servicios hacia otros puntos con menores costes y/o facilidades legales, destruyendo
los sistemas alimentarios locales lo que provoca desigualdad y pobreza.
Se da la paradoja de que una parte de la
población está subalimentada (unos 900 millones pasan hambre) y otra sufre
problemas de obesidad por sobrealimentación (cerca de 89 millones de toneladas
de alimentos que se tiran en Europa) originando enfermedades, muchas de ellas
crónicas, generadoras de un drama personal y social además de elevados costes
económicos. Sumemos las enfermedades ocasionadas por las formas de producción, el
procesado de alimentos y estilo de vida, muchas veces condicionado por
decisiones políticas y potentes campañas de marketing.
Nos encontramos ante un modelo ligado a la
maximización de los beneficios económicos donde todo tiene precio, todo se
compra y se vende. Hemos pasado de una economía de mercado a una sociedad de
mercado. La salud o el hambre se han convertido tal como decía un analista de
materias primas en “daños colaterales”.
Ante esto surgen nuevos modelos económicos
como la Economía del Bien Común donde las personas y el entorno priorizan sobre
el beneficio económico y donde los consumidores, a través de las empresas y las
instituciones, son la palanca de cambio.
El problema del hambre no es una cuestión de
cantidad de producción (“la agricultura mundial podría alimentar a 12.000
millones de personas” según Jean Ziegler, Relator Especial sobre el Derecho a
la Alimentación), sino un problema de pobreza y acceso.
Podemos concluir que el sistema
agroindustrial no ha conseguido los objetivos deseados y éstos no se
conseguirán por casualidad, sino que tal como afirma Olivier De Schutter,
último Relator Especial sobre el Derecho a la Alimentación, “deberá ser el
fruto de una planificación deliberada a través de estrategias y programas
respaldados por una firme voluntad política y fundados en un enfoque basado en
el derecho a la alimentación”.
Hoy con más fuerza oímos términos como soberanía
alimentaria, agroecología, agricultura climáticamente inteligente, consumo
responsable, dieta sostenible o empleo verde, que nos muestran un nuevo camino.
Los desafíos actuales
exigen nuevos enfoques por lo que nos deberíamos hacer la siguiente pregunta:
¿nos podemos permitir continuar con el modelo actual agroindustrial?. Los retos
son grandes y el camino no será fácil, ni exento de errores, pero las
soluciones ya las tenemos ahí. Sólo hace falta un poco de valentía y comenzar
un nuevo sistema alimentario por y para las personas.
ALFONSO LACUESTA,
Ing. Téc. Agrícola en Industrias Agroalimentarias. Presidente Asoc. ALIMENTUM
Publicado Diario La Rioja 16/10/2014
Publicado Diario La Rioja 16/10/2014